Veo cielos azules y nubes blancas, el brillante y bendito día,
la oscura
y sagrada noche.
Parece que
nos cuesta mucho trabajo ver la bondad y la belleza.
Lo bueno,
la armonía nos hacen crecer y florecer, mientras que el miedo y lo negativo nos
detienen y lastran. Quizá la peor consecuencia de lo no constructivo es que nos
distrae de seguir nutriéndonos de todo lo bueno que además abunda. De hecho no
hay bueno ni malo; son nuestras emociones las que clasifican todo y lo almacenan
con un adjetivo o una descripción no intrínseca a ello.
Vemos las cosas
según nuestros propios filtros y creencias.
En nuestra percepción
nada parece estar libre de las etiquetas, de los filtros de nuestros dogmas, de
nuestras carencias y de nuestros miedos; especialmente los del momento o los más
recientes.
Muy diferente
es abrirnos a percibir con la mente lo más vacía posible –loable y muy
conveniente es ejercitar esto- para poder experimentar la esencia, la energía,
la información que nos llega de cualquier cosa o situación; no la que
previamente hemos colocado y preconcebido nosotros. Así podremos ver la maravilla
en todo.
Louis Daniel
Armstrong al cantar ¡Qué mundo tan
maravilloso! nos legó un himno que nos hizo conscientes de la sencillez y hermosura
del mundo desarrollado en paz y fraternidad.
Veo árboles verdes y rosas rojas,
los
veo florecer para ti y para mí.
Y pienso ¡Qué mundo tan maravilloso!
Veo cielos azules y nubes blancas,
el
brillante y bendito día, la oscura y sagrada noche.
Y pienso ¡Qué mundo tan maravilloso!
Los colores del arcoíris tan bonitos
en el cielo,
también están en las caras de las
personas que pasan.
Veo amigos dándose la mano y diciendo:
¿Cómo estás?
En verdad dicen: ¡Te quiero!
Oigo bebés llorar, los veo crecer,
aprenderán
mucho más de lo que yo jamás sabré.
Y pienso ¡Qué mundo tan maravilloso!
Sí, pienso ¡Qué mundo tan
maravilloso!
¿Cómo es el
mundo que ves tú?
Y si no es
un mundo tan maravilloso el que ves quizá te convenga reflexionar ¿por qué es
como lo ves? Y puede ser una buena señal para buscar un nuevo lugar para ti en
donde tu perspectiva del mundo sea mejor, y ahí sí puedas crecer y florecer. Recuerda
no es el mundo que ves el real, lo que ves es tu propio mundo. Y tu mundo
solamente está en tus manos, únicamente tú puedes hacer que sea maravilloso.
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
Tzakapu, Michoacan.