En mi niñez no se podía andar sin pistola.
Crecí en una época en la que el caballo y la pistola eran parte de casi todas las aventuras importantes.
Y la providencia que nunca nos deja descalzos me proporcionó un magnífico caballo y desde luego mi pistola. ¡Qué seguro y poderoso me sentía yo entonces!
La televisión transmitía programas de vaqueros en donde estos hacían muchas cosas menos cuidar vacas. Su vida era una aventura continua siempre en contra de los bandidos.
Los pillos invariablemente tenían malas caras y sonrisas burlonas que hasta la fecha puedo detectar muy bien.
La palabra vaqueros significaba muchas cosas y a la vez nada definido, era algo así como ahora lo es la palabra políticos. Cualquier persona montada a caballo y con pistola, aún sin tener sombrero ni cuerda de lazar podía ser considerada un vaquero. Nótese aquí la dominación de la cultura por los gringos como comúnmente les decimos a los primos al norte del Rio Bravo, aunque este sea un término robado a los españoles que con él denominaban a los extranjeros según parece.
Debo aclarar enfáticamente aquí que aunque crecí en la época de endiosar a los vaqueros, mi alma siempre ha sido Apache Chiricahua; ¡y sigue siéndolo!
Todo lo arriba relatado sobre indios, vaqueros y bandoleros ha sido mi manera de vivir y entender que la humanidad ha estado identificada en algunos casos más con lo material (los bandoleros y tambien los vaqueros); y en menor grado con lo espiritual (los indios, los Apaches) No voy a caer en el simplismo de decir que unos son buenos y los otros malos o que vinieron del este los europeos a saldar deudas karmicas de cuando los indios norteamericanos fueron Atlantes y trataron muy mal a los Lémures. Mi reflexión es que en esta vida en la tercera dimensión terrestre cargada de dualidad entre los opuestos, en realidad asistimos a un festival de locos con altos grados de heroísmo. Siendo así y entendiendo que la sabiduría ancestral nos revela cómo opera la sopa o caldo primigenio que es el origen de todo, y al que hemos venido llamando Dios en diferentes idiomas a manera de llenar nuestra sensación de vacío y de soledad cuando olvidamos que somos parte de esa sopa cósmica y por lo mismo somos uno con todo lo que es; la conclusión es que no hay nada que defender, nada que buscar, nada se pierde ni se ha perdido nunca, nada se puede perder; sólo se transforma y cambia. ¿Y en que se transforma? ¿O en que cambia? Pues se transforma y cambia en lo que estipula la mente del observador.
- - ¡Ay compadre para ser una de vaqueros la has hecho muy enredada y nada clara!
En realidad no es así, es muy claro decir de otra forma que nada es lo que parece y menos cuando hemos desviado nuestra atención de nuestra esencia a lo que nos distrae desde afuera de nosotros mismos. Tan sólo es eso.
No necesitamos aprender nada, ya lo sabemos, sólo necesitamos recordarlo. ¿Cómo? Regresando a nuestro interior conectando con nuestra esencia. Recordemos que somos parte del caldo o sopa cósmica original y todo se trata de un gran juego solamente. La idea es que hagamos conocido lo desconocido. ¡Simple! ¿No te parece así?
Como en el ajedrez las fichas negras y las fichas blancas sólo son una característica para poder desarrollar el juego y no tienen ningún otro significado o simbolismo. Incluso se sortea quien inicia para que nadie tenga ventaja de ningún tipo.
¿De qué se trata todo esto?
Se trata de experimentarnos como lo que deseamos ser en cada instante, en el eterno ahora. Ahora sí te pongo a pensar en serio. ¿Qué tal?
¿Te parece que hagamos de esto una edición con entregas coleccionables? ¡Ja! ¡Ja!
No, nada más alejado de mi intención, centrémonos en una sola idea: Cuando recuerdes quien eres, entonces recuperarás tu poder de hacer y lograr todo. ¡Nada más!
Wakan Tanka, Gran Misterio,
Ayúdame a confiar en mi corazón,
en mi mente, en mi intuición,
en mi sabiduría interna,
en los sentidos de mi cuerpo,
en las bendiciones de mi espíritu.
Enséñame a confiar en estas cosas,
para que pueda entrar en mi
espacio sagrado y amar,
más allá del miedo
y así, poder caminar en equilibrio
con el paso de cada glorioso Sol
y de cada gloriosa Luna.
Oración Lakota
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Y siendo un Apache Chiricahua redivivo cambié la pistola por el arco y las flechas los que me han dado y me siguen dando muchas grandes satisfacciones.
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
Tzakapu, Michoacán.