Cuando el alma no envejece
el cuerpo continua siendo joven
Cuidarnos para poder tener independencia, para mantenernos completos, sanos y como parte actuante de nuestra comunidad.
Cuidarnos para poder también apoyar a los demás.
Somos seres con poder que siempre podemos ejercer, pero para poder hacerlo así necesitamos conocernos muy bien a nosotros mismos y ahí darnos cuenta de que tenemos ese poder sobre todo lo que tiene que ver con nuestra persona y sus circunstancias.
¿Qué tan poderosos somos?
ü Nuestro cuerpo se cura de forma espontánea y natural si no le estorbamos en ese proceso.
ü Nuestra voluntad permite ver a que le dedicamos nuestra atención. Por lo tanto no hacer lo que deseamos o lo que requerimos hacer está en nuestra decisión de que pensamientos fortalecemos o que acciones emprendemos.
ü Desde nuestro centro personal, desde nuestro Ser interno fluye el conocimiento para guiarnos en lo que es lo prioritario y más conveniente atender y lograr. Aquí lo importante es buscar en nuestro propio corazón y no dar poder a opiniones externas. Si creo que no sé –para decidir sobre algo que naturalmente ya me dicta mi corazón- y voy a buscar la opinión de otros soy hombre al agua, tal cual.
ü Tenemos la intuición como nuestra inteligencia natural.
ü El miedo nos detiene, nos inmoviliza. Por eso es necesario traspasarlo para seguir adelante.
ü Cuando nada nos asuste podremos vivir intensamente, en libertad, con plenitud y en abundancia.
ü Nuestra vida y nuestra fuerza son directamente proporcionales al autoconocimiento. Si no se quien y como soy; jamás sabré lo que puedo hacer y materializar en mi propia vida.
Hay personas a las que no podemos considerar viejas tengan los años que tengan, porque aún conservan un brillo de emoción en sus ojos por hacer cosas nuevas, por ir a platicar con sus vecinos, por andar nuevos caminos, por visitar nuevos lugares.
Esas personas no toman en cuenta el riesgo –precaución le llaman algunos que los acompañan- para hacer lo que desean hacer. Y entonces se ven fascinados totalmente inmersos en el flujo vital.
La fuerza que te creo puede cuidar de ti.
¿Entonces? ¿Debo cuidar de otros para que un tiempo después otros me cuiden a mí?
No, debes cuidar de ti, tú mismo siempre. No pocas personas logran esto. ¿Por qué si unos pueden otros no pueden hacerlo? La respuesta está en la autodeterminación, en decidir yo siempre todo lo que afecta e involucra a mi propia vida.
Y sí, podemos cuidar de todos los demás también; pero no esperando que un día nosotros seamos dependientes de que otros quieran o puedan ayudarnos.
Si yo decido por mí mismo y obro en consecuencia seré libre y afrontaré todo lo que ello implique. Será, te lo aseguro, el mejor negocio de toda la vida; especialmente al ir pasando los años y llegar a la edad considerada –solamente por manuales y normas sociales- como vejez; pues no tendré que depender de lo que los demás quieran hacer de mí o me obliguen porque yo mismo me puse en sus manos para hacer lo que ellos creen que yo debo hacer. Y entonces tendré que vivir como y en la forma que ellos decidan, me veré obligado para hacer y comer lo que ellos dispongan, a vivir en donde ellos crean que es conveniente y así será fácil llegar a un asilo {por muy bueno y bonito que este sea} seguir las normas de salud y tomar las medicinas que ellos decreten, seguir el horario y rutina que ellos deciden me conviene. ¡Horror! ¿Eso puede llamarse vida?
No son pocos los que abdican de vivir y al no hacerse cargo de sí mismos padecen las migajas –o ni siquiera eso- que la vida deja en su puerta o en su camino.
La máxima dicha es no necesitar nada.
El hombre que no necesita nada está libre para hacer lo que le plazca.
Va mi sincero homenaje para los seres humanos que han vivido y asumen a cabalidad su humanidad en esta vida. Ellos me han dado la guía y el testimonio de que es posible dirigirse y ayudarse a sí mismos y por lo mismo gozar de la bendita plenitud y autodeterminación humana.
Quien conoce el secreto del amor verdadero encuentra al mundo entero lleno de amor universal. El amor es la forma real de Dios. Es la felicidad pura, es devoción, es realización, es todo. Sólo si se conoce la verdad del amor que es la naturaleza real del yo se podrá desatar el intrincado nudo de la vida. Sólo si se alcanzan las alturas del amor se logrará la liberación. Esa es la esencia de todas las religiones.
Ramana Maharsi
La primera parte de Cuidar al que cuida es el artículo anterior en este blog.
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
