Pintura de Mary Carmen Torres Asomoza
Ligeros de equipaje para poder florecer plenos y radiantes.
En este juego cósmico -casi nunca comprendido- que es nuestra vida sobre este plano terrestre hemos venido representando diversos papeles en una gran obra de teatro, casi todos de manera inconsciente. Y así; somos y hemos sido hijos, alumnos, padres, parroquianos de distintas religiones y de diversos establecimientos comerciales; también hemos realizado sobrados méritos y cumplido requisitos para pertenecer como miembros de cofradías, de hermandades, de clubs de diversos fines y tipos. Ahí, en todas esas actuaciones la hemos liado y nos la han liado.
La mayoría de los seres que usamos ropa en abundancia o escasez -con deliciosos momentos de desnudez- y a quienes la ciencia mentirosa nos ha clasificado como individuos de la especie Homo sapiens, perteneciente al orden de los primates y a la familia de los homínidos; nos sentimos y creemos muy decentes.
En efecto yo creo que una mayor parte de estos sapiens, y no tan sapiens, que nos hemos puesto el adjetivo de humanos, somos decentes. Algunos no lo son, no desean serlo y hacen alarde de su indecencia. Estos indecentes individuos se meten a chambear de políticos, de gurúes, de banqueros, de jueces y abiertamente de pillos con diferentes denominaciones como “de cuello blanco” y de cuellos multicolores con estados de cuenta que tienen saldos muy graves en contra e injusticias y crueldad exacerbadas. Basta ver en cualquier momento el actual estado del mundo para poder detectarles fácilmente.
Y lo arriba escrito: Todos la hemos liado y nos la han liado en mayor o menor medida; por esta razón todos estamos necesitados de perdón y más importante aún de perdonar a los demás.
Perdonar nos permitirá soltar un tremendo lastre, no importa lo que nos hayan hecho ni quien lo haya llevado a cabo. Perdonar nos permitirá viajar muy ligeros de equipaje.
Perdonar no implica ir recogiendo muertos y heridos a lo largo de nuestra historia y camino. No, no es eso. Perdonar es decidir no dar o seguir dando atención –y por lo mismo importancia y fuerza- a la ofensa, a la herida que otros han pretendido causarnos. Si no la aceptamos esta no es nuestra. Y si ya la aceptamos y por lo mismo la padecimos, perdonar implica corregir y desechar esa inconveniente aceptación. Para perdonar no tenemos que ir a decirle nada a nadie nunca, solamente decidir no seguir atendiendo a los hechos y personas que permitimos que nos agraviaran.
Tiempos son estos de cerrar ciclos y por lo mismo de entender que de una u otra misteriosa forma todos hemos estado representando un papel en una obra de dimensiones siderales; la obra ha terminado, el telón cae y por lo mismo toca quitarse el atuendo del personaje que hemos estado representando.
Vamos a otras cosas, a otras actuaciones y a otros mundos, por esta razón no podemos quedarnos atados al personaje que hemos venido interpretando, no somos ese personaje; esa idea de nosotros es limitada y nada tiene que ver con la verdad, solamente ha sido un papel que convenimos representar, ¡nada más!
Entonces procedamos a quitarnos el atuendo y el maquillaje usado en esta obra. Revistámonos ahora de nuestro verdadero traje de seres poderosos capaces de crear mundos hermosos. Y aquí en estos mundos nosotros construimos todo a nuestro gusto y conveniencia. ¡Somos los creadores de todo! El argumento es nuestro, también el escenario, la tramoya, las luces, el sonido; ¡todo!
Tú afilas la espada de tu enemigo.
Perdona siempre a tu enemigo.
No hay nada que le enfurezca más.
Oscar Wilde
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
Tzakapu, Michoacan.
