Al final sólo cenizas quedaron…
De cuántos y de cuánto deben dar cuenta las hogueras
¿Por qué habría que prohibir un libro?
Algunas prohibiciones se nos dice que son para protegernos…
¿Protegernos de qué? ¿Protegernos de quién? ¿Cuáles son los reales peligros de los que nos protegen? Esos peligros de los que supuestamente nos protegen ameritan que le cueste la vida en la hoguera al que se le encontró –o se dijo que tenía- un libro prohibido? ¿Se le pretendía proteger –quemándole vivo- a él mismo del gran peligro que representaba para su real vida el libro que leía?
Muchas preguntas que no reciben sus francas respuestas.
¡Qué ciegos, qué sordos y qué insensibles hemos estado!
Seguramente por miedo, por salvarnos de la hoguera decidimos olvidar lo que nos ordenaron olvidar, lo que intentaron esconder.
Otros tiempos corren ahora. Otros tiempos que tiran máscaras, queman, consumen a las personas y a los conceptos que durante mucho tiempo se ocultaron tras ellas.
¡No vivamos ya en la inercia y en los miedos del pasado!
Caminemos ahora en la luz, en la libertad y realicémonos en plenitud; todo nos anima a eso.
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Rindamos homenaje a los que ni la hoguera, ni el miedo a morir en ella les impidió ser quienes decidieron ser y así nos legaron su ejemplo de carácter, su real libertad, su testimonio de batalla y su fulgor imperecedero cuando las llamas de la hoguera ya se habían extinguido.
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Autor: Fernando Jorge García Asomoza
Tzakapu, Michoacan.